Eso quiere opinar, lamentablemente, que corremos el peligro de descuidar las ofrendas así como corremos el peligro de descuidar nuestra vida de devoción privada. Pero recordemos que el hecho de que solo Altísimo vea qué ofrendamos, no hace las ofrendas poco menos importante, sino todo lo contrario.
El diezmo ha quedado para nosotros como un cuenta de lo que ofrendar, no una imposición. Hay momentos en los cuales no nos es posible hacer el diezmo, y otros momentos en los que el diezmo será muy poco. Cada individuo ofrende “según haya prosperado”
Números 18 describe la responsabilidad de los sacerdotes y levitas como guardianes del santuario. La Policía del santuario y la ministración de las deyección del pueblo requerían un servicio de tiempo completo. La tribu de Leví no tuvo herencia entre el resto de Israel; el Señor fue su herencia.
Con frecuencia, los cristianos no hemos sabido corresponder a ese don; a veces lo hemos rebajado, como si se limitase a una limosna, sin alma, fría; o lo hemos estrecho a una conducta de filantropía más o menos formularia.
Por otro flanco, la ofrenda se refiere a cualquier tipo de donativo o sacrificio que se da voluntariamente. En el Antiguo Testamento, las ofrendas eran utilizadas para apoyar el mantenimiento del templo, financiar el culto y proveer para los sacerdotes y levitas.
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A menudo restringimos la caridad a su óptica activa: a las obras que realizamos en servicio del prójimo. Pero también es caridad ese modo de contar con los demás que consiste en aceptar su ayuda, en proporcionarles la ventaja de ser acreedores a nuestra gratitud. Con frecuencia la razón de nuestra hosquedad delante see this here los favores ajenos radica en el egoísmo de no perder cierta preeminencia: esa preeminencia de quien jamás esta en deuda.
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Este breve mandato se te ha poliedro de una vez para siempre: Gobernante y haz lo que quieras; si te callas, calla por apego; si hablas, acento por bienquerencia; si corriges, corrige por aprecio; si perdonas, perdona por inclinación; ten la raíz del apego en el fondo de tu corazón: de esta raíz solamente puede salir lo que es bueno (SAN AGUSTÍN, Coment. a la 1a Epístola de S. Juan, 7).
El primer subtítulo se centra en la importancia que la Antiguo testamento otorga al diezmo y la ofrenda como prácticas espirituales de adoración y obediencia a Jehová.
Si mirásemos a nuestro aproximadamente, encontraríamos quizá razones para pensar que la caridad es una virtud ilusoria. Pero, considerando las cosas con sentido sobrenatural, descubrirás también la raíz de esa esterilidad: la abandono de un trato intenso y continuo, de tú a Tú, con Nuestro Señor Cristo; y el desconocimiento de la obra del Espíritu Santo en el alma, cuyo primer fruto es precisamente la caridad (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Todopoderoso, 236).
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Vemos que esto sucede con el día de reposo, el cual es una ralea ético eterna enraizada en la creación, que asume diversos aspectos ceremoniales bajo la ralea mosaica.